Una cuestión de confianza (Spanish Edition) by Radclyffe

Una cuestión de confianza (Spanish Edition) by Radclyffe

autor:Radclyffe [Radclyffe]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


***

Michael se ató la bata gris claro alrededor de la cintura mientras se apresuraba hacia la puerta. Miró por la mirilla, observó un momento y después abrió la puerta de par en par con ojos interrogantes.

—Lo siento, es muy tarde —dijo Sloan encogiéndose ligeramente de hombros como si ni ella misma estuviera segura de por qué estaba allí. Y no lo estaba, lo único que sabía era que no podía irse a casa sin ver a Michael—. He llamado a Sarah y me ha dicho que no te has ido con ellos...

—He cogido un taxi —la interrumpió Michael.

Sloan suspiró.

—Lo siento.

—Ya me lo has dicho —dijo Michael con una suave sonrisa en la cara. Alargó el brazo y tiró de la manga de Sloan—. Pasa, no te quedes en el pasillo.

Sloan la siguió y se encontró en medio de una elegante pero impersonal suite de hotel, mirando a su alrededor como si no tuviera idea de dónde se encontraba. Se pasó una mano por el pelo, despeinando sus ondas morenas.

—¡Joder!, ni siquiera sé para qué he venido. —Miró a Michael que la contemplaba con paciencia y en silencio—. ¿Estás enfadada?

—¿Por qué iba a estarlo? —preguntó Michael, que no estaba preparada para la pregunta. «¿Debería? ¿Tengo algún derecho a estarlo?»

Cuando regresó al hotel se notaba intranquila e incapaz de concentrarse, y ni siquiera había podido trabajar, lo que era algo sin precedentes. ¿Era la rabia lo que la había dejado dando vueltas en la cama ansiosa, mientras el sueño parecía esquivarla?

Se volvió y avanzó hacia el sofá, uno de los dos que flanqueaban una mesita de cristal centrada sobre una lujosa alfombra oriental, mientras analizaba la pregunta. Se sentó en un extremo, subiendo las piernas al asiento y tirando del bajo de la bata para taparse media pantorrilla, e indicó a Sloan que se sentara también.

—Siéntate, por favor.

Sloan se derrumbó en los mullidos cojines, apoyó la cabeza en el respaldo y giró la cara para estudiar a Michael. No tenía previsto preguntarle aquello, pero entonces parecía que la respuesta era importante.

—Bueno, ¿estás enfadada?

—No —respondió por fin Michael, escogiendo cuidadosamente las palabras mientras intentaba abrirse paso por el extraño repertorio de emociones que le había inspirado la noche—. Primero estaba decepcionada: me lo estaba pasando muy bien y te eché de menos cuando te fuiste.

Mientras pronunciaba las palabras, se daba cuenta de la gran verdad que reflejaban. Cuando Sloan se fue, el encanto volvió a convertirse en algo ordinario. Las luces centelleantes perdieron brillo y se desvaneció la magia en el aire. Se rio un poco temblorosamente de su tontería.

—Pero eso no es culpa tuya.

—Sí que es culpa mía —le discutió Sloan—, pero tenía que llevar a Claudia a casa. Estaba demasiado bebida para conducir con seguridad.

—¿De veras? —comentó Michael con sequedad—. No puede ser que estuviera demasiado bebida si se las apañó para morderte en el cuello.

—¡Joder! —Sloan se irguió en la silla de un salto, llevándose la mano al cuello, donde sentía un poco de picor. Miró a Michael, cuya cara permanecía absolutamente impasible—.



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